lunes, 9 de mayo de 2011

SARTRE

Si prescindimos de la conciencia,el mundo queda reducido a las cosas, al ser-en-si, que es opaco, macizo, indiferenciado, impenetra-ble. Algo sin razón, sin sentido, sin necesidad.

Además del ser-en-si está el ser-para-si,la conciencia,que es lo que introduce la negación, la anulación o neantización.El hombre es el ser por el que la nada viene al mundo.La conciencia existe como separación o distanciamiento del ser-en-si. El ser-para-si es enteramente relación,no tiene esencia o naturaleza,el ser-para-si es lo que no es,es nada;es por eso libertad,el ser del hombre consiste en ser libre,en no ser nada determinado. El hombre no ha sido creado para ningún fin,esto es lo  contrario a lo que ocurre con los artefactos que fabricamos. El hombre no ha sido por tanto creado ni por Dios, ni por la evolución ni por ninguna otra cosa.

El existencialismo es el esfuerzo de sacar todas las consecuencias de una posición atea coherente.El existencialismo no es un ateísmo pues se agotaría demostrando que Dios no existe. Aunque Dios existiera no cambiaría nuestro punto de vista,el problema no es la existencia de Dios,sino que el hombre se encuentre a sí mismo y se convenza de que nada o nadie puede salvarlo de sí mismo.
Simplemente nos encontramos existiendo y entonces tenemos que decidir que hacemos con nosotros mismos.Como no hemos sido creados para hacer nada en concreto,ni para ningún fin,cada hombre deberá buscar su propio fin o proyecto,que será único,o válido sólo para él.No existen valores universales o trascendentes que nos puedan servir como referencia.El hombre es total y absolutamente libre. No somos libres para dejar de ser libres, estamos condenados a ser libres.

Para entenderlo imaginemos a un hombre que se encuentra en el desierto de noche,tiene que andar (vivir) con absoluta y angustiante libertad.Tiene que establecer su camino en la arena, estableciendo unos valores propios y comprometiéndose a seguirlos. Decisión tras decisión,el hombre va trazando su camino y así surge su esencia,lo que ese hombre es,por eso la existencia precede a la esencia.

Sartre no niega los condicionamientos de la existencia humana. Los obstáculos que se encuentra el hombre se los crea libremente él mismo hombre,en función de los proyectos que se ha trazado. Si deseo ir a estudiar a Londres,pero no tengo suficiente dinero, me estoy enfrentando con obstáculos que limitan mi libertad, pero si yo hubiera decidido estudiar en mi ciudad donde vivo,no me encontraría con obstáculos insuperables.La libertad del hombre no es para elegir su ser,sino su modo de ser. Un paralítico está condicionado por su situación física, pero hay muchas maneras de ser paralítico, puede desesperarse, rebelarse, ignorar su situación o aceptarla.

Por los actos que vamos realizando nos vamos haciendo de una determinada manera. Nadie nace cobarde o generoso.El ser vencido por una pasión o por una emoción como el miedo,es simplemente un modo de elegir, aunque en ocasiones sea un modo irreflexivo de reaccionar ante las situaciones.La conciencia es la confiere sentido tanto a nuestro entorno como a nuestro pasado.Para unos es una oportunidad lo que para otros es una desgracia. Siempre estaremos en un ambiente y siempre tendremos un pasado. Esto no se puede cambiar pero si podemos cambiar el significado que le demos. Al morir el para-si se transforma enteramente en algo ya hecho, que puede ser considerado objetivamente, como si fuera sólo una cosa, puede ser estudiado por el psicólogo o por el historiador, pero mientras vivimos ni nuestro pasado ni nuestro ambiente determinan lo que somos.

La ausencia de determinismos, orgánico, teológico o social,hace que el hombre sea plenamente responsable de su modo de ser, que lo va adquiriendo a lo largo de su existencia. Esto resulta muy incómodo, preferiríamos no ser responsables y tener excusas para nuestros actos.El hombre que cree en la moral tradicional,que cree en normas válidas para todos,sabe siempre lo que tiene que hacer y se siente seguro y tranquilo. Seguir las normas establecidas es una escapatoria,pues nos ahorra el esfuerzo que supone la creatividad personal.    

Pero el existencialista sabe que no son válidas esas normas,y cuando ha realizado una decisión, no puede saber si es buena o mala, esto es lo que crea la angustia.Al caer en la cuenta de la total libertad y responsabilidad de nuestros actos, aparece la angustia, que es un estado de ánimo parecido al que tiene alguien que está al borde de un abismo y se siente a la vez atraído y repelido por el vacío que tiene bajo sus pies.

El hombre tiene la posibilidad de engañarse adoptando alguna forma de determinismo,esto es la mala fe, que es un estado de conocimiento y desconocimiento simultáneos. Por un lado se es consciente de la propia libertad, del futuro ,que es lo que no es, y por otro lado, no se es consciente de que no se es lo que es ,el pasado, así se enmascara la libertad y desaparece la angustia. La mala fe es un autoengañarse, mientras que la mentira es engañar a los demás. Sartre pone como ejemplo de mala fe,el de una joven que deja que un pretendiente ponga una mano sobre la suya,sin tomar en consideración sus intenciones para no tener que tomar una decisión.O el de un camarero excesivamente amable, que al representar su papel oculta su yo singular y único. A la mala fe se le opone la autenticidad.

Comparemos la existencia con la obra de un pintor. El artista no está obligado actualmente a seguir unas normas o cánones,nadie le dice qué cuadro debe pintar.No hay valores estéticos a priori, pero esto no quiere decir que el cuadro no pueda ser valorado a posteriori, una vez terminado.La pintura no puede ser juzgada hasta que está terminada y entonces juzgaremos su originalidad. Lo mismo ocurre en la moral,no podemos decir a priori lo que hay que hacer en cada situación. Pero podemos valorar las acciones negativa-mente si se han basado en la mala fe.La mala fe es siempre una mala elección porque es una mentira.

Nadie puede dar respuesta a un dilema que le plantea otro hombre, cada uno tiene que crear su propia escala de valores,válida sólo para él,y tomar sus propias decisiones a partir de ella.Cuando un hombre pide consejo a otro,ya ha decidido, pues acude a alguien cuyas actitudes e ideas le son conocidas. Ha decidido oír lo que desea oír. Tampoco podemos excusarnos en lo que hacen otras personas en idéntica situación,ni imponer a los demás nuestro camino por ser el mejor.

La angustia se hace más profunda si tenemos en cuenta que nuestras decisiones no son puramente individuales,al tomar una decisión no sólo nos comprometemos nosotros, sino todos los hombres. Al elegir afirmamos el valor de un modo de ser humano. Por eso la libertad absoluta no induce a una elección irresponsable, ni lleva a la anarquía moral o una elección caprichosa de valores.

Cada hombre hace una elección original al proyectar su yo ideal, esta proyección implica una serie de valores y una línea de actuación. El ideal de un hombre no siempre coincide con el que el pretende seguir,esto se revela en sus acciones.El proyecto original puede ser cambiado, pero esto requiere un cambio radical, una conversión.

Aunque cada hombre tiene un proyecto diferente, existe un proyecto básico que se deriva de la estructura misma del ser-para-si. El hombre aspira a ser el en-si-para-si, ser y conciencia al mismo tiempo. Este ideal coincide con el concepto de Dios,el ser consciente autofundado. El hombre es fundamentalmente deseo de ser Dios. Todos los actos y proyectos traducen esta elección y la reflejan en infinidad de modos diferentes.

Desafortunadamente la idea de Dios es contradictoria, porque la conciencia es la negación del ser. Como consecuencia de esto el hombre es una pasión inútil .El hombre aspira la divinidad pero recae inevitablemente en la opacidad del en-si, su existencia acaba en la muerte. Ni el nacer ni el morir tienen sentido, todo es gratuito y superfluo. El suicidio no elimina el problema, porque la muerte también es inútil. Las cosas no nos pueden servir de apoyo, son indiferentes, incapaces de darnos una explicación. Se que existo, que el mundo existe,eso es todo y da lo mismo. Esto es la náusea.

Esta postura tan radical y tan pesimista que aparece en la novela  "La náusea" (1938) y en "El ser y la nada" (1943), evolucionó hacia una postura más optimista en "El existencialismo es un humanismo" (1946), aquí ya no insiste en que el hombre es una pasión inútil, el existencialismo es una doctrina de acción, no lleva al quietismo ,pero esto no significa que desaparezca la angustia.


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